Pederastia en nuestros colegios

A través del departamento de consultas de SEPÍN hace unas semanas un suscriptor nos preguntaba diversas cuestiones relacionadas con un procedimiento por abusos sexuales supuestamente cometidos por un sacerdote respecto a un menor a quien impartía catequesis. Inmediatamente me vinieron a la cabeza los casos de dos profesores conocidos por mí, de dos distintos colegios; uno ya condenado y el otro actualmente investigado por actos delictivos similares perpetrados en los centros en los que daban clases. En su momento no me podía creer las respectivas noticias que sucesivamente me llegaron. Me impactaron mucho. Ambos eran educadores que consideraba ejemplares y estuve convencido durante un tiempo de que esas noticias sólo podían obedecer a una terrible equivocación. Así pensábamos todos quienes les conocíamos. Pues no; las noticias resultaron ser reales, aunque sigo con los ojos como platos.

Dos recientes sentencias dictadas en supuestos similares (STS 166/2019, de 28 de marzo – SP/SENT/1002428—) y SAP Barcelona, Sección 21ª, de 25 de abril de 2019), me han recordado aquella consulta y esos casos "cercanos" a mí, lo que me ha movido a escribir estas líneas.

Debe ir por delante mi más profundo respeto y admiración a todo el sector de los educadores y centros escolares —ya sean seglares o religiosos—, a quienes afectan más que a nadie estos casos, que aunque aislados son altamente corrosivos hacia tan sacrificada profesión. Pero en todas las